A veces, hay clientes que me plantean esta pregunta en las sesiones.
«¿Y si no fuera altamente sensible?»
Como preguntándose: “Cómo sería y hubiera sido mi vida si no fuera así de sensible?”
Vamos a hacer un ejercicio de retroceso en la memoria.
Suponte que no hubieras nacido así de sensible.
Probablemente, habrías vivido la infancia de una forma muy distinta. Algunas de esas cosas de la infancia que te afectaron tanto, a lo mejor te hubieran afectado menos, o de otra manera.
Así que el miedo, y la angustia, o el plantearte temas existenciales con 9 años, pues tal vez no habría sido así.
Y estamos conjeturando mucho porque cada persona es distinta, sea altamente sensible o no lo sea.
¿Te acuerdas cuando de adolescente fantaseabas con cosas? ¿Con enamorarte o con qué podrías hacer de mayor? Pues eso, tal vez no se habría dado.
O vamos a ponernos más oscuros… ¿te acuerdas cuando de adolescente el sufrimiento te superaba y tal vez te planteaste acabar con todo? Pues, a lo mejor, este escenario tampoco se habría dado.
Así que llegas a la vida adulta de una forma más liviana, o no; sin tanto dolor ni tantas ganas de vivir, dependiendo de cómo fuera tu adolescencia.
¿Te acuerdas de la ilusión con qué viviste el empezar esa carrera que te hacía ilusión? ¿O empezar en ese trabajo que te molaba? ¿O como fue el primer amor, o el segundo, ese más maduro de cuando tienes 20 años?
Pues todo eso habría sido más plano.
Tal vez no le hubieras dado tantas vueltas a cómo debía ser tu vida. No te hubieras agotado tanto al intentar llevar una vida normal. No hubieras vivido en una burbuja durante 6 meses o un año cuando te enamoraste a saco. No hubieras hecho un duelo de un año (o 2, o 3) después de que el novio o la novia te dejara o lo dejaras tú. No te hubieras sentido tan incomprendido en casa (o sí, a saber); o en el trabajo, no te hubieras sentido un bicho raro cuando en esa reunión el agobio o sentirte juzgado o no saber gestionar el conflicto hizo que luego tuvieras que esconderte a llorar al baño (y pasó más de una vez).
Tal vez no hubieras pasado por ese trastorno de ansiedad que te robó la vida durante 2 años, o 3… pero tampoco hubieras aprendido lo que aprendiste. No le hubieras dado mil vueltas a como el ser humano puede llegar a ser tan cruel, o tan ignorante (porque has sentido todo en tus entrañas) ni te hubieras planteado como podemos, algunas veces, llegar a amar de una forma tan incondicional.
Si has sido padre, o madre, seguramente habrías vivido la crianza de tu hij@ de la misma manera, tal vez sin saturarte tanto, tal vez sin plantearte tantas cosas.
Y te plantas con 30, o con 40 (y me quedo en estas edades porque es mi edad, y es donde llego)… y serías una persona COMPLETAMENTE DISTINTA. Y tu experiencia de la vida habría sido distinta. Y te hubieras ahorrado el dolor pero también gran parte de la ilusión, de vivir en una nube de cuando en cuando, de llegar a nuevas conclusiones sobre la vida y sobre las cosas de cómo reflexionas sobre las cosas que te han pasado.
Ya ni siquiera hace falta que hablemos de alta sensibilidad. Hablemos de sensibilidad, a secas.
Una vida siendo menos sensible te ahorra dolor. También disminuye la magia.
Una vida siendo menos sensible te reduce la posibilidad de padecer ciertos trastornos mentales. O incluso físicos (falta investigación en esto, pero yo apoyo que sí). También hubieras tenido esa ilusión tan real por la vida, tan palpable, tan genuina. (Claro que un no PAS siente esto, pero lo siente con menor intensidad).
Una vida menos sensible te ahorra horas de darte vueltas a cosas. También disminuye la capacidad de entender la condición humana a unos niveles profundos, al menos en lo emocional. Porque nosotr@s sentimos así, y esa comprensión llega de una forma más rápida.
Una vida menos sensible te ahorra el sentir el dolor de los demás, o del mundo, con tanta intensidad. También disminuye la capacidad de crear vínculos emocionalmente íntimos con los demás.
Y al final de todo esto, te encuentras con que tu vida hubiera sido distinta, pero tampoco sabes si mejor o peor. Habría sido menos intensa. Habría sido más fluida, tal vez. A lo mejor te habrías ahorrado incomprensión (pero tampoco lo sabes).
Pero desde luego seguramente no te estarías preguntando si tu vida hubiera sido mejor siendo más sensible.
Tampoco sabrías lo que es.
Y llegas un poco a la conclusión, que evidentemente preguntarse esto es algo inútil, porque no puedes cambiarlo, porque que es imposible saber si tu vida hubiera sido peor, o mejor, o a saber. Hubiera sido distinta.
Las personas altamente sensibles no nos podemos librar de la PROFUNDIDAD. La mayor profundidad de procesamiento nos hace tener una vida más profunda, donde todo se piensa más, se siente más, el cuerpo reacciona más, etc.
¿Qué vas a hacer con ella? 🙂
Me ha encantado, Clara. Todo lo que has escrito es precioso.
Gracias Belén 🙂