¿Qué es la alta sensibilidad?

La alta sensibilidad es un rasgo que tiene de un 15 a un 20% de la población, y está también presente en otras especies del reino animal. Tiene una base genética y, por lo tanto, es innato. Se da en el mismo porcentaje de hombres que de mujeres. Es un rasgo de la personalidad y, por ende, es neutro. Tiene sus ventajas y sus desventajas desde el punto de vista biológico, y sus dificultades y dones desde el punto de vista más vital. No es un trastorno.

Elaine Aron, psicóloga clínica estadounidense, fue quien habló por primera vez de ‘alta sensibilidad’ a principios de los noventa; y publicó su libro, ‘The Highly Sensitive Person’, en 1996. Es a partir de ahí, y sobre todo a partir del 2000, que empezaron a realizarse algunos estudios que han demostrado que el sistema nervioso de las personas altamente sensibles, realmente funciona distinto al del resto de la población.

Según Aron, hay 4 características comunes en las personas altamente sensibles:

  • Mayor profundidad de procesamiento de la información que llega del exterior. ¿Qué significa esto? Pues que ante un estímulo determinado, solemos compararlo con otros estímulos pasados o similares más de lo que lo hace una persona que no es PAS. Lo hacemos de forma automática y sin darnos cuenta. Esto hace que también ‘rumiemos’ más al tomar decisiones, y por lo general le demos más vueltas a las cosas.

    Al realizar resonancias magnéticas funcionales, se detecta que, por ejemplo, en las personas altamente sensibles, ante ciertos estímulos, y sobre todo ante estímulos emocionales (como, por ejemplo, fotos de gente alegre o triste), se activan más algunas áreas cerebrales de lo que lo hacen en personas que no son altamente sensibles. También se activan áreas adicionales que no se activan en personas no PAS, sobre todo las relacionadas con las neuronas espejo.

  • Sobreestimulación. Al procesar más a fondo la información que recibimos del exterior, nos solemos sobreestimular con más facilidad que alguien que no es altamente sensible.

    En psicología se habla a veces del ‘nivel óptimo de activación’, que es aquel en el que una persona tiene la atención óptima para realizar una tarea, y se sitúa entre el aburrimiento y el estrés. Las personas altamente sensibles solemos llegar a este nivel ante un grado menor de estimulación que una persona que no es PAS.

    Esto conlleva que nos saturemos con más facilidad, sobre todo si queremos mantener el mismo nivel de actividad y ritmo de vida que dicta el ‘status quo’. No obstante, cuando conocemos y respetamos nuestros ritmos, las persona altamentes sensibles tenemos el mismo potencial que cualquier otra persona, sin que esto perjudique a nuestra salud.

  • Alta sensibilidad emocional y empatía. Somos más sensibles emocionalmente; tenemos una mayor reactividad emocional, tanto ante situaciones positivas como negativas. Es decir, que lo vivimos todo más intensamente. También tenemos más facilidad para empatizar a nivel emocional.

  • Sensibilidad sensorial. Percibimos más intensamente olores, luces, ruidos, etc. No se trata de que nuestros sentidos estén más agudizados… todo deriva de la profundidad de procesamiento a nivel neurosensorial.

Por lo general, en las personas altamente sensibles se dan más habitualmente intolerancias alimentarias, problemas de piel… y en general, hay más sensibilidad en las ‘barreras corporales’ que separan nuestro cuerpo del exterior, como piel y mucosas interiores. También tenemos más sensibilidad al dolor y a ciertas sustancias y medicamentos. No obstante, así como ya empieza a haber estudios que confirman una mayor profundidad de procesamiento a nivel neurológico, todavía no hay literatura científica (o yo no la he encontrado) que confirme esta faceta en las PAS, aunque es algo que se observa habitualmente.

A nivel práctico, ¿cómo suele afectarnos esto?

  • Percibimos más los detalles. Solemos ser muy observadores y captamos muchos detalles. Esto, junto a la profundidad de procesamiento, nos ayuda a ser intuitivos.

  • Por lo general, le damos vueltas a las cosas. Hipotetizamos sobre distintas situaciones que puedan acontecer, tanto en negativo como en positivo. Imaginamos posibles futuros. Esto también tiene relación con el miedo a los cambios, ya que imaginamos ‘todo lo que puede pasar’.

  • Nos saturamos con más facilidad que alguien que no es PAS. Necesitamos períodos de descanso, en soledad o en un entorno tranquilo, para procesar vivencias, volver a nuestro centro y recargar pilas. Esto es más acusado si somos introvertidos, pero las PAS extrovertidas también necesitan de estos períodos.

  • Al saturarnos con más facilidad, somos más vulnerables al estrés y al cansancio. No obstante, cuando empezamos a conocer y respetar nuestros propios procesos, somos capaces de desplegar un gran potencial. La clave está en respetar nuestros propios ritmos. Una PAS que se cuida tiene una gran capacidad de florecer; una PAS saturada está en modo supervivencia.

  • Nos emocionamos con más facilidad, para lo bueno y para lo malo. Vivimos con más intensidad y reconocemos muchos matices emocionales. Y sí, lloramos con más facilidad (ante la tristeza, y también ante la alegría).

  • Tenemos una alta empatía emocional (una alta capacidad de ponernos, emocionalmente, en el lugar del otro). Por ello, a veces corremos el riesgo de caer en la sobreempatía (ahogarnos en el sufrimiento ajeno).

  • Percibimos con más intensidad (y, a veces, nos molestan más) olores, ruidos, luces, las etiquetas de la ropa que rozan la piel, etc.

  • Nos asustamos con más facilidad.

  • Somos más “permeables”, sobre todo en la infancia. Es lo que se conoce como ‘susceptabilidad diferencial y maleabilidad’. Las situaciones negativas suelen afectarnos más que a alguien que no es altamente sensible, pero las situaciones positivas también nos benefician más que a personas que no lo son.

  • Solemos ser creativos e intuitivos, incluso visionarios. En algunas personas, esta faceta no se ‘activa’ hasta que se integra el rasgo; aceptando, entendiendo, respetando y fluyendo con la propia naturaleza altamente sensible. Entonces la capacidad creativa e intuitiva florece.

  • Tenemos una gran capacidad de asombro ante la belleza; sensibilidad estética.

  • Aunque un 70% de las personas altamente sensibles somos introvertidas, un 30% son extrovertidas. Actualmente, también se empieza a hablar de ambiversión. Hay un rango tremendo en la escala introversión – extroversión. Todos somos distintos.

Como ves, la alta sensibilidad tiene sus desventajas, a la vez que ofrece un enorme potencial. La clave está en cuidarte en las dificultades y aprovechar todas sus ventajas, para que, en la mayoría de lo posible, la alta sensibilidad juegue a tu favor. Se puede 🙂

En nuestro país existe la Asociación de Personas Altamente Sensibles de España (APASE), que se fundó en el 2012 y está haciendo una gran labor difundiendo información sobre el rasgo y realizando distintas actividades. Puedes consultar su web en:

http://asociacionpas.org/